Fuente Medium.com
A Diana Doan-Crider, mi amiga y guía en mi andar por el manejo de fauna silvestre, gracias por compartirme literatura para escribir este texto y por la enseñanza que me dejas en cada conversación.
Eldía de ayer fue 21 de febrero, cualquiera podría pensar que fue un día como cualquier otro, pero las redes sociales de cualquier entusiasta o profesionista de la vida silvestre no lo pintaban de esta forma: ayer, entre el bullicio cotidiano y lo ajetreado de un día como cualquier otro, se conmemoraba el “Día mundial para la protección de los osos del mundo”.
Pero ¿Qué es un oso? Fácil, los koalas y los pandas rojos son un ejemplo ¿O no? Bueno, mi respuesta es NO, los osos conforman una familia de carnívoros conocida como Ursidae y en esta familia taxonómica hay 8 especies (y no, ninguna es el koala ni el panda rojo): el oso polar, el oso pardo/grizzli, el oso negro americano, el oso andino, el famosísimo y querido panda, el oso negro asiático, el oso bezudo y el oso malayo. En este breve escrito hablaremos del oso grizzli u oso pardo, pero para ser más exactos hablaremos de la subespecie mexicana, esto con motivo de conmemorar a uno de los osos más espectaculares que vivieron entre nosotros y que hoy ya no están más.
Cuando menciono en alguna conversación casual con profesionales de las ciencias naturales que hace algunas décadas en nuestro país existía el oso grizzli muchos de ellos dudan de la severidad de este dato, otros tantos piensan que quizá lo estoy confundiendo con el morpho pardo del oso negro. Sin embargo, todavía en 1900 era común avistar Ursus arctos en las serranías de Baja California, Sonora y Chihuahua (Leopold, 1965; Trevino & Jonkel, n.d.).
Leopold (1965) en su libro “Fauna Silvestre de México” describe al grizzli como el carnívoro más apantallante que se distribuía en México, su imponencia era tal que incluso los pumas, los lobos y su hermano el oso negro se retiraban de sus presas en su presencia. José Longines Martínez, en 1972, reporto un feroz ataque de este oso a dos nativos norteamericanos en San Diego, Baja California. Pero ¿Cómo un animal con semejante belleza e ímpetu pudo ser erradicado en su totalidad?
La historia del oso grizzli tiene un sinfín de fechas y datos importantes, mencionaré solo los que considero de relevancia para narrar la crónica de su extinción, la cual inicio en el año de 1912, después de la revolución mexicana, cuando las grandes haciendas ganaderas del norte de México se fraccionaron a haciendas más pequeñas. Fueron en estos años y gracias a que Chihuahua se había convertido en un estado de gran importancia ganadera, que la Sierra del Nido y el Cerro de la Campana fueron considerados como “zonas no valiosas” para la crianza de reces, ya que no existían fuentes de agua naturalmente establecidas y a que el terreno era considerado “difícil” para los vaqueros, y se convirtieron en un resguardo importante para los osos grises (otro nombre que recibía la subespecie mexicana). Fue así como en los años 1930 y 1941 Ernest E. Lee reporta “varios” ejemplares de oso grizzli cazados dentro de la Sierra El Nido, seguido del reporte de dos machos en 1950, una hembra y un macho en 1955 y 1957 respectivamente y una cría colectada por el taxidermista Alexandro López en 1954. Para los años de 1957, Leopold y Andrey Borell realizaron una exploración en campo en la Sierra Santa Clara y el Cerro de la Campana donde el estimado poblacional era de 30 individuos (Leopold, 1967).
Si bien, la cacería deportiva en ese entonces no era tan regulada como lo es ahora (más que por los breves escritos sobre “reglas de caza” que se solían incluir en los Diarios Oficiales de la Federación de aquellos años), no fue esta la detonante de la extinción de nuestro grizzli. Todo inicio en 1961 cuando en la Sierra del Nido se reportó una pérdida de 16 reses por ataques de osos (Leopold, 1967), pero la Sierra del Nido no era la única zona que reportaba estos acontecimientos, en el sur de Texas, justo en el apogeo del progreso ganadero, el conflicto humano-oso era cada vez más intenso, sin embargo existían vaqueros que aseguraban que el grizzli no era la principal amenaza del ganado, que únicamente era un carnívoro oportunista (Brown, 1996), dicho argumento se asemeja a la problemática que actualmente se sigue viviendo en el norte de México y sur de Texas con el oso negro.
Pero a pesar de que existían argumentos dados incluso por ganaderos, en los cuales se defendía al grizzli, y a pesar de que en 1959 se había declarado como una especie protegida en México, 1961 fue el año en que se le declaro la guerra a la especie, iniciando una cacería indiscriminada donde se usaron perros para rastrearlos, trampas para inmovilizarlos y cuando se instalaron cerca de 1080 estaciones de veneno colocadas en los inviernos de 1961–1962, 1962–1963 y 1963–1964, todo esto apoyado por el Predator and Rodent Control Department, el gobierno mexicano y la Oficina Sanitaria Panamericana. Fue así, como se llevó al Ursus arctos nelsoni a la extinción, el carnívoro de mayor tamaño que se distribuía en México y un símbolo de libertar y fortaleza que pereció a nombre del “progreso”, según Leopold (1965). Hoy solo queda su especie hermana (Ursus americanus) en los bosques de pino-encino de las montañas del norte de México y un sinfín de historias que aún son narradas en su memoria.
Literatura de consulta
Brown, D. E. (1996). The grizzly in the southwest (1st ed.). Oklahoma: University of Oklahoma Press.
Leopold, S. (1965). Wildlife of Mexico (1st ed.). Los Angeles, California: University of California Press.
Leopold, S. (1967). Grizzlies of the Sierra del Nido. In D. Earl-Brown & J. A. Murray (Eds.), The last grizzly and other southwestern bear stories (1st ed., pp. 157–162). Arizona: University of Arizona Press.
Trevino, J. C., & Jonkel, C. (n.d.). Do grizzly bears still live in Mexico? Int. Conf. Bear Res. and Manage, 6, 11–13.
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