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miércoles, 6 de febrero de 2019

Esos locos que salen a cazar yo los conozco, los he visto muchas veces. ¿Como son?




• Sus edades van desde los 5 hasta los 85 años. No tienen un perfil en común, unos son técnicos, otros tienen un taller, son jefes de mantenimiento, ferreteros, carniceros, zootecnistas, estudiantes, ingenieros, licenciados, doctores, etc. etc. hay de todo.
• Algunos salen con sus padres, con sus hijos o nietos. Otros forjan amistades más fuertes que la sangre en este que llaman deporte.
• Sus casas están llenas de animales disecados. Tienen un congelador para la carne y tienen astas de venados en el jardín. Te digo, están locos.
• Son muy tercos. No les importa que los soldados cada vez les pongan más trabas, ellos ahí estarán para tramitar su transportación. Dicen que: “El que porfía mata venado”.
La gente normal los considera locos y tal vez si lo estén:
• En sus casas tienen toda la comida que puedan comer, ¿para que ir por mas carne?
• En la ciudad tienen toda el agua que puedan beber, ¿para que sufrir sed?
• Tienen una cama suave y cálida. ¿Porque dormir en el piso en medio de una nevada?
• ¿Que caso tiene arriesgarse a que te pique una cascabel? ¿Porque ponerte en peligro de caerte por un barranco?
• Se exponen a que los ataque un puma. ¿Por un venado?
• Los he visto salir corriendo el 25 de Diciembre y el 1ro de Enero rumbo a los ranchos.
Parecen niños:
• Los he visto como todo el año van juntando su dinero para poder comprar su equipo y balas en noviembre.
• Igualmente, durante todo el año, tratan de ponerse en forma para poder caminar como lo que son, unos locos.
• Los he visto como esperan como niños en Navidad la noche antes de salir. Preparan sus cosas y hacen burritos de frijoles con un termo de café porque son capaces de comer en sus trocas mientras manejan con tal de llegar antes de que salga el sol.
• Bromean y se carcajean como locos alrededor de una fogata. Vuelven a vivir aventuras pasadas al contar las historias una y otra vez.
• Sus caras irradian felicidad al comprobar en el campo de tiro que sus rifles están apuntados y que están listos para la primera salida.
Su locura no los deja comprender que lo que hacen no es normal:
• He visto como soportan fríos congelantes que les pican los pulmones solo esperando aquel monstruo de 14 puntas.
• Muchos están lastimados de las rodillas, de los tobillos, de la columna, algunos batallan hasta para ver. Eso no los detiene. Siguen saliendo.
• Los he visto también en pleno desierto chihuahuense deshidratándose bajo el sol del mediodía, a punto de colapsar, con un jabalí en la espalda.
• Se levantan a las 5:30 de la mañana con un frío que cala los huesos.
• Los he visto caminando al encuentro de sus compañeros que vienen cargando un venado. La alegría es de todos. Dicen que no se caza solo. Algunos le llaman trabajo en equipo.
• Tocan con sus manos el excremento de los venados y se alegran si está fresco.
• He visto como dejan todo para ir a buscar a un compañero que no contesta el radio. Son capaces de caminar el doble de lo que ya han caminado solo para encontrarlo y llevarle una cerveza o agua aunque estén igual o más agotados que el.
• Al derribar una presa, dan gracias a Dios, al animal y sacan sus navajas para desollar al animal. Se manchan todos de de sangre y no les importa. Es más, se que algunos, al matar a su primer venado hasta prueban esa sangre. En serio que están locos.
• Cargan en sus espaldas venados llenos de garrapatas y no les importa. Hasta se ríen.
• Viven obsesionados con la historia del “traga-balas”, aquel venado al que le dispararon más de 40 veces entre todos y nadie le pegó.
• Hasta les ponen nombre a los venados para recordarlos, de ahí vienen “El Charro”, “El acribillado”, “El traga-balas”, “El Nalgón” y tantos otros.
• Los he visto regresar sin un solo animal pero contentos de regresar todos con bien. ¿A que van entonces?

Los he visto muchas veces. Yo los conozco, los conozco bien.

¿Y sabes porque los conozco?, Porque yo soy uno de ellos.

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