Señor de la cacería,
Gran señor de los venados;
Ante tu imagen postrados,
Te pedimos puntería.
Danos certeza en el pulso,
Que al apretar el gatillo;
Le demos en la cabeza,
O al menos en el codillo.
Si al terminar la jornada,
Ante ti vengo y me quejo;
Por no haber cazado nada,
Ni tan siquiera un conejo,
Perdona mi tarugada y quítame lo pendejo.
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