Señoras y señores, muy
buenas tardes.
Quiero agradecer al Safari Club
Internacional Capítulo Monterrey por todo su apoyo en la organización de este
evento. Agradezco también a mis amigos que me acompañan en esta mesa: don Jesús
Yurén, don Juan Antonio Cedillo Ríos, don Hubert Thummler y don Jesús Viejo, presidente del Safari Club. Y,
por supuesto, agradezco a todos ustedes, familia y amigos cazadores, por haberme
dedicado un espacio en su agenda y venido hasta aquí para escuchar mis relatos
de cacería y apoyarme en la presentación de este libro. Muchas gracias por su
tiempo y su amable compañía.
Es una rutina que me
revitaliza y que me pone contento. No pierdo ninguna ocasión para escaparme al
monte.
Aunque pase penurias a los
ojos de aquellos que no son cazadores, me encanta levantarme de madrugada, con
un frío que cala hasta los huesos, mirar por la ventana del campamento para ver
cómo brilla el hielo en los matorrales, y a las estrellas y a la luna todavía
encendidas.
Me gusta acercarme a la
chimenea llena de brasas de leños de mezquite, sobarme las manos para
calentarlas y tomar café y pan de dulce con mis hijos Tomás y Antonio, y alguno
de mis nietos: Tommy, Daniela, Máximo o Mariangel.
Disfruto enormemente esos minutos
que me hacen sentir agradecido con la vida que me ha dado tanto, y tan unido a
mi propia sangre, a mis hijos y nietos.
Espero con ansia el comienzo
de cada temporada y, aunque nunca me separo demasiado del rancho, es para mí
una cuenta regresiva comenzar los preparativos, los permisos, limpiar las
brechas, colocar los comederos, comprar maíz con aroma de manzana… e invitar
gente, a otros amigos cazadores, a ustedes, para largarnos al monte, a cazar en
silencio, ejercitar la paciencia, convertirnos en parte de la naturaleza,
convertirnos en hombres lobo tras su presa.
Luego,
cuando el día mengua, dejar que el aroma a carne asada y tortillas de harina
nos reúnan, juntar las sillas, y entre risas, platicar nuestras historias.
Mi libreta amarilla y mi
sako me acompañan desde antes de que salga el sol. Ya en mi lugar de caza, espero
la luz del día con los sentidos bien despiertos. Mi pluma corre mientras mis
ojos observan: por una rendija del espiadero, comienzo a ver los bultos que se
mueven.
Necesito más luz para
identificar los animales que están comiendo. Pueden ser jabalíes de collar,
marranos alzados, jabalíes euroasiáticos, venadas con sus crías, gatos monteses
o coyotes… o lo que con ansia espero: un hermoso macho cola blanca.
Escribo porque al hacerlo
recuerdo, y recordar me emociona. Escribo porque pienso que esto que siento no
es sólo mío, que debo compartirlo, porque deseo animar a las nuevas
generaciones a practicar con responsabilidad este deporte y porque ser cazador
es y ha sido mi vida.
Estas son historias reales,
mis vivencias, mi experiencia. Si les gusta la cacería, cómprenlo y léanselo a
sus hijos. Así ellos se darán cuenta que lo nuestro no es sólo ir con un arma
tirando animales.
La cinegética es un deporte
responsable que ayuda al equilibrio de la fauna y que provee de recursos a las
autoridades para hacer investigación y proyectos de protección a especies en
peligro de desaparecer. Esto es algo que pocos saben. Detrás del arma hay que pagar
un precio por cada trofeo y ese precio va en favor del equilibrio ecológico.
(pausa)
He sido cazador durante más
de 50 años y he escrito 4 libros de cacería. Mentiría si les dijera que no estoy
satisfecho. Cuando no estoy cazando, sigo ejercitándome a diario para aguantar
las caminatas y el mal tiempo, y continúo haciendo uso de mi rifle en el club
de cacería.
Ya no aspiro subir las
montañas por otro borrego cimarrón, ni a cazar buras en los duros desiertos, ni
a volver a África por otro león , pero seguiré yendo a mi rancho, tras
La Leyenda de los venados cola blanca… nací cazador y es lo que siempre seré.
(pausa larga)
Excelente escrito sobre lo que nos hace sentir la cacería, la gente piensa que la pasamos mal, que sufrimos en silencio tantas horas esperando algo que, muchas veces no llega, pero es todo lo contrario, se disfruta cada momento, la caminata por el monte, la carne asada, la platica y por supuesto la espiada. Lo felicito por su libro. Saludos.
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