miércoles, 15 de enero de 2014

Cacería de Lucero

Reflexión sobre los que satanizan la cacería pero tragan carnitas y usan zapatos.

 

Colaborador  Juan Andrés Galán

Sergio Sarmiento
9 Ene. 14

"Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal".
Immanuel Kant
La cacería no es una actividad popular. Puede usted preguntárselo a Lucero, quien ha sufrido una avalancha de ataques en redes sociales después de que la revista TV Notas dio a conocer unas fotografías en las que aparece con su novio, Michel Kuri, tras participar en la caza de una cabra de montaña. La misma situación vivió el rey Juan Carlos de España, quien fue criticado severamente en 2012 por haber ido a África a cazar elefantes y se vio obligado a ofrecer una disculpa pública a pesar de que siempre se ha sabido que es cazador y que la actividad es legal.
Hay una parte positiva en esta reacción que revela una creciente conciencia de los mexicanos ante el sufrimiento de los animales. Han pasado ya los tiempos en que podíamos ver a personas torturando animales sin que nadie se preocupara. La encuestadora Parametría señala que si en 2007 el 82 por ciento de los mexicanos opinaba que los animales tienen derechos, para septiembre de 2013 la cifra se había elevado a 94 por ciento.
Algo tiene de hipócrita esta actitud. Los mexicanos se molestan con la cacería, pero no piensan que sea incorrecto consumir carne, pollo o pescado.
Según Parametría, en 2013 el 61 por ciento de los mexicanos estaba de acuerdo en utilizar a los animales como alimento contra sólo el 34 por ciento que estaba en desacuerdo.
Sin embargo, el porcentaje de población vegetariana en México es muy inferior a ese 34 por ciento. El 86 por ciento considera incorrecto utilizar a animales para fabricar ropa, pese a lo cual casi toda la población viste productos animales en ropa y accesorios. El rechazo a usar animales como entretenimiento se eleva también a 86 por ciento.
La cacería es una de las actividades más antiguas del género humano. Los primeros individuos de homo sapiens cazaban de manera mucho más amplia y sistemática que otros homínidos. Esta actividad y el consecuente consumo de carne fueron dos de los factores que permitieron a los seres humanos superar a sus competidores naturales en el paleolítico.
La cacería en la actualidad está restringida y tiene un alto costo, ya que las licencias son sumamente caras. El sistema, sin embargo, ha permitido una mejor preservación del ambiente y de ciertas especies. Me dice un cazador de nombre Daniel que en los estados del sur del país en que no se permite la caza han desaparecido ciertas especies que en cambio se preservan en el norte donde hay ranchos cinegéticos.
Los cazadores consideran que la muerte de un animal en una cacería es más humana que en un rastro, donde miles de animales son sacrificados de manera sistemática. La gran diferencia es que el sacrificio de animales en el rastro nadie lo ve. No hay tampoco cuestionamientos a la pesca que no es otra cosa que una cacería de animales en el mar.
Yo en lo personal nunca he cazado ni tengo gana alguna de hacerlo, pero no creo que un debate ético deba convertirse en un simple linchamiento de personajes públicos. Prohibir la cacería tendría seguramente consecuencias ambientales negativas y llevaría a la desaparición de las especies que son objeto de esta actividad. Si lo queremos hacer de cualquier manera, necesitamos tener argumentos muy sólidos para no prohibir también el consumo de carne, pollo, pescado y quizá huevo. Oponerse a la caza, pero comer animales es, me parece, una hipocresía moral.
En lo que hace a Lucero, a quien se ha buscado presentar como una mujer perversa, lo único que puedo decir es que en el par de ocasiones en que la he entrevistado me he encontrado con una mujer inteligente, sensible y amable... muy lejos de esa mujer agresiva y arrogante que algunos insisten en presentar.

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